Dos pasajeros esperaban en la sala de espera ambos con muchas ansias pronto llegarían a su destino pues estaban en escala Istanbul, con destino Amsterdam.
Uno de ellos una fina dama de cabello planchado con enorme sonrisa, una mochila de mano de equipaje, audífonos inalámbricos al parecer música disco de los ochenta oía o probablemente David garret pues se la veía sólo mover la cabeza cual baile se veía.
El otro un casi andrajoso anciano, llevaba consigo albarcas en los pies, un pedazo de tela se notaba en forma de pantalón, una pollera clásica del sello hecho en Bolivia con cuello desbocado, una serena mirada, pero un brillo infinito en los ojos, escuchaba también audífonos wireless al parecer una triste o melancólica melodía, que se exteriorizaba a través de sus cejas tristes.
Sentados uno al lado del otro, inevitablemente ambos intercambiaron un hi, y pronto empezó una pequeña discusión, la hermosa pasajera reclamaba q su mano ocupaba mucho espacio incomodandola, sin embargo el anciano hacia alusión a que no tenía ya control de algunos movimientos solicitando que lo disculpara.
Con esa típico gesto de niña mimada y caprichosa hizo un gesto en la cara, mostrando que siempre tenía la razón, el anciano acostumbrado al desprecio daba un simple suspiro de paciencia.
Fue cuando el decidió, romper el silencio y decir, señorita esta es su primera vez que va Amsterdam?,a lo que ella le respondió quele (que le importa), Pronto la cara del anciano dejo escapar un suspiro de resignación a una mala situación, sin embargo como la muchacha venia de alta cuna y cultura, decidió continuar la conversación diciendo.. No, vuelvo a manejar mi bicicleta.
..Oh dijo el viejo, ósea que usted tiene una bicicleta respondió, el le dijo que maravilla, con ella seguro disfruta su estadía allá. La muchacha decía por dentro este viejo curioso y chismoso sigue sofocandome, le daré una lección pensó dentro de sí. Señor mi bicicleta es especial, porque me hace sentir que es a través del viento que viajó en ella, no hay lugar, horizonte o espacio que pueda recorrer sin ella.
El anciano medito un segundo y dijo usted es muy inteligente y libre, por lo que me alegro mucho por ud. Que escogió el mejor medio de transporte.
Puedo decir algo? dijo el viejo yo con ternura total. Que?!! Respondió la irritada muchacha viajera. Yo no necesito de la bicicleta dijo el anciano, yo vuelo donde quiero en alas de águila Real.
Este me transporta más allá de lo infinito y finito conocido por hombre mortal. Me gustaría compartir mi medio de vuelo y los vuelos que hago con Ud cachamosita dijo al final.
La muchacha pensaba este pacpacu, es un hechicero y charlatan que cuento me contara ahora para sacarme mil Dólares. Fue cuando sonrió y respondió perfecto lleveme con Ud Don viejito, ¿cuanto debo pagar? le dijo tenazmente.
El señor la miró a los ojos y le dijo este ticket viaje no tiene precio, su único requisito es el amor que Ud sienta por mi. Es decir la elección de la abundancia de su corazón y no de lo que le sobre para dar. No se basa en lo físico porque eso es efímero y vacío, es un amor que de construye en equipo de trabajar juntos por un fin común.
La muchacha encolerizada y roja de rabia dijo, que se ha creído Ud? Yo puedo pagarme cualquier viaje y no necesito de ud, es más Ud hasta parece indocumentado y homeless. Como puedo amarlo ud es feo y su primera impresión es horrible. Quiero sentir mariposas en el estomago y ganas de presentarlo a todos, pero ud me da asco.
El anciano tiernamente la miró y dijo, perdón señorita creo que la ofendo, mejor sigamos camino a Amsterdam, que allá nuestros caminos se separaran. A lo que joven asintió tranquila con la mirada.
Lo que ella no sabía es que el anciano había sembrado una semilla en ella. Esa semilla crecería y maduraria hasta ser muchos árboles que dan fruto. En este caso el fruto del amor. Lo que la muchacha no sabía es que este viejo era un viajero del tiempo cuyo ticket nunca expiraba, no tenía fronteras, ni dimensiones, ni tiempo que lo detuviera, pues este era el amor puro.
Que da la libertad infinita entre siempre jamás y el más allá.
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